Impacto de la forestación de terrenos agrícolas sobre el carbono orgánico lábil y la actividad microbiana del suelo

Resumo

Uno de los grandes retos que tiene la sociedad actual es cómo afrontar el cambio climático y mitigar, en lo posible, los efectos que se estima que se producirán. En los años 90 del siglo pasado (XX) un total de 84 países se adhirieron al Protocolo de Kioto. Si bien este protocolo ya se ha visto superado por acuerdos posteriores, las normas que contiene son un instrumento de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) para una gestión ambiental que promueva el desarrollo sostenible, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y la potenciación de actividades sumidero de estos gases. Además del control en origen con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, entre las estrategias promovidas para la mitigación y adaptación al cambio climático, una de las más importantes es favorecer y potenciar la consolidación de zonas forestales con una biomasa vegetal permanente, inmovilizando el carbono, lo que, además de favorecer la lucha contra el efecto invernadero y la absorción de dióxido de carbono, contribuiría a mejorar a largo plazo los recursos forestales y a realizar una gestión del espacio natural más compatible con el medio ambiente.