"Edición crítica y estudio del auto sacramental ""el pleito matrimonial"""

  1. Roig Tió, Mónica
Dirixida por:
  1. Ignacio Arellano Ayuso Director

Universidade de defensa: Universidad de Navarra

Fecha de defensa: 18 de decembro de 2009

Tribunal:
  1. José María Díez Borque Presidente/a
  2. Carmen Pinillos Salvador Secretario/a
  3. Ana Suárez Miramón Vogal
  4. Santiago Fernández Mosquera Vogal
  5. Enrique Rull Fernández Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 107458 DIALNET

Resumo

Uno de los autos de reconocido valor literario de Calderón de la Barca es El pleito matrimonial. Si bien es cierto que no conocemos con exactitud su fecha de composición ni de representación, algunas características parecen confirmarlo como texto temprano, como por ejemplo que no alcance los 1500 versos o que de las anotaciones para su escenificación se deduzca que está pensado para dos carros (anterior, por tanto, a 1646). Tenemos noticia de varias puestas en escena de este auto. En el siglo XVII se representó en Sevilla (1651) y en Lima (1672). En el siglo XVIII se documentan al menos seis nuevas representaciones: en 1714, 1728, 1738, 1750, 1756 y 1762. Incluso contamos con tres textos de compañía, aunque el auto que se lee en estos tres manuscritos ha sido ampliado «para ponerle en la proporción que se estila». También durante el pasado siglo El pleito ha sido un auto afortunado: se ha representado por lo menos en nueve ocasiones. Desde su primera representación documentada (Sevilla, 1651) hasta la última (París y Villeurbanne, 2004) este auto sacramental refleja a través de sus diferentes montajes cómo ha ido evolucionando el gusto del público: la sencillez primigenia de los dos carros dio paso a la adaptación para su escenificación sobre cuatro carros; Antonio de Zamora amplió el texto, incluyó nuevos personajes y nuevas escenas, creció el protagonismo de la música y la espectacularidad escénica. En el siglo XX, la especial coyuntura del gobierno de Franco propició más aún el fasto escénico. Pero en el último tercio del siglo las aguas empiezan a volver a su cauce. El primer síntoma es la recuperación del texto original. El final del camino, al menos hasta hoy, lo marca la representación francesa: la escena se ha reducido a su mínima expresión, la caracterización de los personajes es sobria y ajena a límites temporales. El foco vuelve a estar en el verso.