Los monumentos megalíticos de Antequera (Málaga)una aproximación biográfica
- Mora Molina, Coronada
- Leonardo García Sanjuán Director
- Francisco Carrión Méndez Director
Universidade de defensa: Universidad de Sevilla
Fecha de defensa: 02 de decembro de 2019
- Ramón Fábregas Valcarce Presidente
- Marcos Andrés Hunt Ortiz Secretario/a
- Primitiva Bueno Ramírez Vogal
- Antonio Faustino Carvalho Vogal
- José Enrique Márquez Romero Vogal
Tipo: Tese
Resumo
El objetivo principal de esta Tesis Doctoral es la investigación de los monumentos megalíticos antequeranos desde el enfoque biográfico, aunando en ella dos elementos de análisis: las transformaciones materiales de los monumentos, visibles en el registro arqueológico, y las modificaciones de las prácticas culturales y sociales que se crearon en torno a ellos, considerando que las primeras son las evidencias materiales de las segundas. Así mismo, nuestro trabajo ha contemplado la investigación de los monumentos en el tiempo y en el espacio, abordando el análisis diacrónico de los monumentos desde el Neolítico hasta la actualidad, contextualizando este desarrollo en el territorio de la Depresión de Antequera. Los dólmenes de Menga y Viera y el tholos de El Romeral conforman un conjunto cohesionado, cuyas biografías se encuentran entrelazadas y pueden ser analizadas de manera conjunta. Nuestra propuesta biográfica se divide en 12 etapas, comenzando con la Etapa 0, previa a las construcciones monumentales, y terminando con la Etapa 11, correspondiente a los siglos XX y XXI. Dentro del Neolítico hemos identificado una etapa previa a la erección de cualquier tipo de arquitectura monumental (Etapa 0), caracterizada por la existencia de una ocupación neolítica inicial, concentrada en las elevaciones que rodean la vega antequerana. Tras ella, se identifica una primera etapa, en la primera mitad del IV milenio ANE, en la que probablemente se llevó a cabo la construcción de una primera estructura monumental compuesta por elementos verticales (menhires) en el emplazamiento que actualmente ocupa Menga. A continuación, desde mediados del IV milenio ANE hasta finales del III milenio ANE, se desarrollan las etapas segunda, tercera y cuarta, en las que en el emplazamiento del primer monumento se erigieron los dólmenes de Menga y Viera, y a 1,5 km de éstos, el tholos de El Romeral, sucediéndose en estos momentos los primeros usos de estas arquitecturas como lugares para la celebración de prácticas sociales y rituales. La quinta etapa, correspondiente al uso de estos monumentos en la Edad del Bronce, ha sido mejor documentada en el dolmen de Viera; mientras que la sexta etapa, correspondiente a la Edad del Hierro, aunque escasamente representada, se evidencia en el emplazamiento de Menga y Viera, sobre todo en la ladera norte del cerro en el que se erigen. En la Edad Antigua (Etapa 7) se documentan dos episodio de uso del emplazamiento de Menga y Viera, uno entre los siglos II y IV DNE y otro entre los siglos V-VII DNE. Durante el primer episodio (siglos II-IV DNE), los túmulos de Menga y Viera y el entorno de éstos tendrían una función funeraria, manteniendo probablemente un carácter sagrado. Posiblemente los tres monumentos megalíticos permanecieron accesibles y en buen estado de conservación hasta los siglos V-VII DNE, cuando la concepción que se tendría de estos sitios cambiaría. En estos momentos se ocasionarían graves daños a las arquitecturas, especialmente al dolmen de Viera y al tholos de El Romeral, debido a las actuaciones realizadas en ellos para la extracción de bloques pétreos. Posteriormente, y quizás como consecuencia de estas actuaciones, pudo producirse el cegamiento del acceso al interior de estos monumentos, permaneciendo accesible tan solo Menga. En el periodo medieval (Etapa 8), el dolmen de Menga debió tener una especial significación durante la Alta Edad Media, como sugieren los dos enterramientos identificados en el atrio y los restos óseos documentados en la ladera norte del cerro en el que se erige Menga. En estos momentos, la entrada al interior de Menga estaría abierta, siendo el único de los tres monumentos cuyo espacio interno sería transitable. Durante la Plena y la Baja Edad Media, la frecuentación del dolmen de Menga está atestiguada por los fragmentos cerámicos documentados en las intervenciones arqueológicas de 2005 y 2005-2006. De los siglos XVI y XVII (Etapa 9) datan las primeras referencias escritas a Menga y Viera. En ellas, estos monumentos son mencionados como “cuevas” situadas a las afueras de la ciudad de Antequera, pudiendo deducirse de estos primeros relatos, que el interior de Menga continuaba siendo accesible, siendo más ambiguas las referencias a Viera. El principal acontecimiento de la décima etapa, en la que se incluyen los siglos XVIII y XIX, fue la excavación realizada en el dolmen de Menga por el arquitecto Rafael Mitjana y Ardison entre 1842 y 1847. A raíz de esta excavación, y de la breve publicación derivada de ella: Memoria sobre el Templo Druida hallado en las cercanías de la Ciudad de Antequera, el dolmen de Menga comenzó a tomar fama, siendo visitado por estudiosos nacionales e internacionales, y mencionado en numerosas obras. La última etapa de la biografía de los monumentos megalíticos de Antequera (Etapa 11), correspondiente a los siglos XX y XXI, comienza con las primeras excavaciones realizadas en Viera (1903) y El Romeral (1904) por los hermanos Viera Fuentes. Tras ellas, desde los inicios del siglo XX hasta la actualidad, se produjo un incremento paulatino del número de investigaciones, de actuaciones arqueológicas, de restauración y de puesta en valor de los monumentos y su entorno. En el primer tercio del siglo XX (1905-1934) se convirtieron en construcciones destacadas que atraían a investigadores nacionales e internacionales. En los años centrales del siglo XX (1940-1984) comenzaron las actuaciones de acondicionamiento para su visita. Y desde 1985, año de la transferencia de la gestión en materia de Patrimonio Histórico a la Junta de Andalucía, han sido objeto de numerosas investigaciones y actuaciones arqueológicas para su conocimiento, y de restauración y puesta en valor para su visita turística. Esta etapa concluye con el último gran hito de la biografía de estos monumentos: la inclusión del Sitio de los Dólmenes de Antequera en la lista de Patrimonio Mundial el 15 de julio de 2016.