El camino al matrimoniocortejo, transgresión y pacto en las familias aragonesas del siglo XVIII (1700-1820)

Resumo

El matrimonio constituía un proceso de reproducción social que definía a las parejas en numerosos aspectos que determinarían su vida dentro de la comunidad. Los matrimonios definían el grupo social de adhesión, la dedicación económica del grupo, la categoría que tendría la familia dentro de la comunidad y los derechos y deberes de la misma según su posición. La formación de matrimonios se trataba por lo tanto de un proceso en la vida de los hombres y mujeres del Antiguo Régimen definitorio de sus vidas y que afectaba directamente a su familia y su comunidad. El matrimonio no se trataba simplemente de un acuerdo ratificado por un notario y un sacerdote. La formación de parejas que se estableciesen como cabezas de familia era un proceso largo en el que se entraban a valorar cuestiones como el patrimonio, la extracción social y las expectativas de familiares y vecinos. Dentro de las cuales, los contrayentes debían ejercer su teórico libre albedrío. Entre la libertad de matrimonio y las circunstancias impuestas por el medio, era preciso llegar a un punto de confluencia en el que el proyecto matrimonial contase con el visto bueno de las fuerzas vivas y garantizase la continuidad de la comunidad. A lo largo de mi investigación realizo una reconstrucción de los procesos de formación de matrimonios en el Aragón del siglo XVIII desde los primeros pasos de cortejo hasta el establecimiento de las condiciones para consumar el matrimonio y analizando especialmente qué circunstancias o acciones resultaban transgresoras y suscitaban un conflicto. El objetivo principal de la investigación es determinar cuáles eran los condicionantes impuestos por la sociedad a las parejas y cuál era su nivel de autonomía dentro del orden establecido para actuar en favor de sus propios intereses. En una primera parte, establezco las representaciones de qué constituía un matrimonio exitoso en tanto en cuanto las partes y sus familias habían alcanzado un acuerdo ratificado ante notario y solemnizado en el altar. Una vez establecido este punto, procedo mediante el análisis de los registros judiciales a reconstruir el proceso de cortejo a lo largo del cual las parejas se establecían en una competencia entre la naciente autoridad de los hijos y la todavía necesaria autoridad de los padres. Presto una especial atención al punto en el que se consideraba que los compromisos eran sólidos y muy especialmente a la promesa de esponsales. El incumplimiento de palabras de matrimonio motivó una fuerte actividad legal en los tribunales aragoneses. La conflictividad venía dada principalmente por el abandono del compromiso de uno de los contrayentes y los esfuerzos de algunas parejas por abrir paso a sus propias estrategias vitales ante la oposición de su círculo de influencia.