Muerte del dinastala contaminación iterable de lo propio en Jacques Derrida

  1. Rocha Álvarez, Delmiro
Dirixida por:
  1. Anselmo Manuel Suances Marcos Director
  2. Cristina de Peretti Peñaranda Director
  3. Thomas Dutoit Director

Universidade de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 10 de decembro de 2010

Tribunal:
  1. Patricio Peñalver Gómez Presidente/a
  2. Cristina de Peretti Peñaranda Secretario/a
  3. Thomas Dutoit Vogal
  4. Fernando Rampérez Alcolea Vogal
  5. Michel Lisse Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 306149 DIALNET

Resumo

Esta tesis doctoral con soberanía dividida propone lo que ya tiene o lo que ya es: la división de la soberanía; la división como soberanía. Desde su inicio dividido y desde su formato guillotinado es una división de la soberanía. Primera división: la idea de soberanía entendida como una e indivisible, que al menos se arrastra desde la concepción del Estado moderno, pierde esta frontera, esta división histórica, al mostrarse cómo la soberanía siempre ha sido una e indivisible según su sustrato teológico-político. Jamás ha sido una soberanía sino la soberanía que es una. Aquí se verá cómo esa articulación constituye la fábula de la soberanía. Para ello se mostrará la división de la soberanía como el predominio del artículo indeterminado "una" que parte y comparte. Segunda división: la propia idea de soberanía se divide a sí misma en dinastías, en regiones de poder que, pese a que en principio están subsumidas bajo el control soberano, se constituyen a través de una usurpación total del poder y de la autoridad soberana: autoinmunidad de la soberanía. Es a través de la división de las dinastías como se divide la soberanía. La apropiación de lo propio producirá la muerte del dinasta. La exapropiación restará como la soberanía en división. Tercera división: a través del léxico de la soberanía se mostrará, paralelamente, la fábula que pretende una división del "propio" corpus derridiano -si es que hay tal cosa, en cualquier caso pretende dividir su cuerpo escritural-; división intencionada y que, según una inquietante paradoja, proviene del otro; esta fábula de la división que pretende establecer una Kehre en Derrida y postular un "primer" y un "segundo" Derrida, no se tratará en realidad de una división. Jacques Derrida, quien se define a sí mismo en división, como extranjero y circunciso, persigue la división misma, la división de la división, la deconstrucción como división infinita. La pretensión de un giro -división tajante y oposicional, analítica y académica, metafísica- no será, entonces, una división del cuerpo y del corpus de la obra de Derrida sino un reagrupamiento, una reunión. Cuarta división: una vez desmitificada cierta concepción de la soberanía que postulaba su unidad y su indivisibilidad, se propondrá una división efectiva de la soberanía. Ésta se expone desde la universidad y se propone para la universidad. Una soberanía sin condición para la universidad que se opone y se contrapone a la incondicionalidad de la soberanía.