Las resurrecciones de Pompeya

  1. Tomás Aguilera Durán
Revista:
Desperta Ferro. Arqueología e Historia

ISSN: 2387-1237

Año de publicación: 2019

Título del ejemplar: Los mayas

Número: 23

Páginas: 62-65

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Desperta Ferro. Arqueología e Historia

Resumen

En 1734 Carlos de Borbón fue proclamado rey de Nápoles y necesitaba una residencia para la temporada de caza. Pensó que Portici sería un emplazamiento ideal, entre la costa y la ladera del Vesubio, así que compró unos terrenos al duque de Elbeuf. Allí solían aparecer antigüedades romanas y, concretamente, un pozo llamado Nocerino había provisto al noble de varias estatuas. Todo esto lo sabía Roque Joaquín de Alcubierre, un ingeniero militar que trabajaba en la nueva propiedad del rey: exploró el pozo, intuyó su potencial y pidió permiso para continuar, aunque difícilmente podía predecir la magnitud del hallazgo. Con un puñado de hombres y un trabajo ímprobo fue excavando un entramado de túneles de los que no dejaban de salir piezas valiosas. Por las inscripciones, pronto se percataron de que estaban en un teatro y que se trataba de la ciudad de Herculano, sepultada por el Vesubio en el año 79 d. C.