Prevalencia y factores de riesgo para pancreatitis crónica en sujetos que padecen dispepsia tipo síndrome de dolor epigástrico

  1. LARIÑO NOIA, JOSE
Dirixida por:
  1. J. Enrique Domínguez Muñoz Director
  2. Julio Iglesias García Co-director

Universidade de defensa: Universidade de Santiago de Compostela

Fecha de defensa: 17 de decembro de 2018

Tribunal:
  1. Luis Fernando Carballo Álvarez Presidente/a
  2. Manuel Barreiro de Acosta Secretario/a
  3. Enrique de Madaria Pascual Vogal
Departamento:
  1. Departamento de Psiquiatría, Radioloxía, Saúde Pública, Enfermaría e Medicina

Tipo: Tese

Resumo

La Pancreatitis Crónica (PC) es una enfermedad claramente infradiagnosticada en la práctica clínica. Los estudios epidemiológicos sobre la misma evidencian datos de incidencia y prevalencia muy alejados de los obtenidos a través del análisis histológico de series de autopsias. La escasa sensibilidad de los métodos diagnósticos por imagen convencionales, la no disponibilidad de un estudio histológico que confirme la enfermedad en la mayoría de los casos, junto a un bajo índice de sospecha clínica, actúan como factores en contra del diagnóstico de la PC. Por ello, habitualmente el diagnóstico en práctica clínica se realiza en fases avanzadas de la enfermedad ante el típico escenario del paciente con gran consumo de alcohol y cuadro clínico característico de dolor abdominal, malnutrición y esteatorrea. El desarrollo en las ultimas décadas de métodos de caracterización morfológica y funcional más precisos, como la ecoendoscopia (EE), la Resonancia Magnética realzada con gadolinio (RM), la ColangioPancreatoresonancia Magnética estimulada con secretina (s-CPRM) y los test endoscópicos de función pancreática (ePFT) han contribuido a no solo caracterizar de una forma más adecuada la enfermedad aumentando el número de casos diagnosticados sino también a detectarlos en una fase más inicial, lo que se denomina una PC precoz. En este sentido, existen escenarios propicios para el diagnóstico de la PC precoz como serían la diabetes mellitus, el síndrome de intestino irritable y, el objeto de nuestro trabajo, la dispepsia tipo síndrome de dolor epigástrico (SDE). Nuestros resultados revelan como casi una quinta parte de los sujetos que padecen síntomas compatibles con SDE padecen una PC en estadío precoz. El género masculino y la combinación de consumo moderado de alcohol y tabaco fueron las variables asociadas al diagnóstico de la enfermedad en este contexto, por lo que, ante un paciente con esta sintomatología y estos factores de riesgo, sin respuesta a otros tratamientos, deberíamos valorar la posibilidad de PC. Uno de los riesgos de concluir que estamos ante una PC precoz es la especificidad imperfecta de los métodos que utilizamos para diagnosticarla, de ahí la importancia clave de realizar estudios prospectivos de largos periodos de seguimiento en estos pacientes que constaten la continuidad y/o progresión de los cambios morfológicos y funcionales inicialmente detectados. En este punto, hemos advertido que la mayoría de los pacientes inicialmente diagnosticados por EE de PC precoz (PC cambios mínimos, 3-4 criterios endosonográficos), mantienen o aumentan el número de criterios endosonográficos durante un periodo de seguimiento de entre 8-10 años. Si bien este hecho apoyaría la sospecha inicial diagnóstica de PC precoz, no hemos constatado ningún tipo de empeoramiento clínico en este periodo de seguimiento, desarrollo de complicaciones ni necesidad de tratamiento endoscópico o quirúrgico, lo cual podría plantear ciertas dudas sobre el diagnóstico inicial. Se requieren nuevos estudios prospectivos de grandes cohortes de pacientes con PC que definan en mayor medida el papel de los métodos de evaluación morfofuncional para diagnosticar PC precoz en diferentes escenarios y que incluyan largos periodos de seguimiento que sirvan para constatar los cambios morfológicos y funcionales de la enfermedad.