Un estudio de antropología social de las organizacionesel caso de M.G.C.U. (Movimiento Gnóstico Cristiano Universal)

  1. LOPEZ BELLAS, JOSE ALVARO

Universidade de defensa: Universidade de Santiago de Compostela

Fecha de defensa: 05 de maio de 2008

Tribunal:
  1. José Montoya Presidente/a
  2. Xosé Ramón Mariño Ferro Secretario
  3. Jesús Azcona Mauleon Vogal
  4. Lourdes Méndez Pérez Vogal
  5. Juan Igartua Salaverría Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 161402 DIALNET

Resumo

En nuestra sociedad, los medios de comunicación de masas constituyen el escaparate donde todo fenómeno adquiere vida pública. Sometidos al mercado a través de las cuotas de audiencia, ofrecen preferentemente asuntos capaces de incrementar éstas. Así, la espectacularidad acaba convirtiéndose en el requisito imprescindible para la presentación de cualquier suceso. Las sectas, de prácticas y doctrinas poco habituales, resultan, tras subrayar sus rarezas más llamativas, material de primera. Al discurso curioso de los media pronto se añade el veredicto adverso de los ineludibles descontentos, que respaldan sus denuncias enfatizando los atributos sectarios catalogables, luego de ciertos retoques, como deshonestos o delictivos. Ante la posibilidad de negocio, surgen especialistas que abordan el tema con alegatos extremos persiguiendo el favor del respetable. Nimban sus remedios de objetividad, asegurándolos beneficiosos para el conjunto social: confían en que tamaño mérito amplíe las ventas y contribuya a los intereses de aquellas instituciones donde militan, instituciones que, o censuran las actividades de los grupos sectarios, juzgándolos usurpadores de sus competencias, o las de quienes pontifican sobre dichos grupos, usurpadores de una competencia que debería incumbirles. La construcción del "problema" en los media ofrece a todos un pretexto para anunciarse poseedores de la respuesta, con ánimo de percibir los recursos destinados al mismo. Procurando convencer de su idoneidad a las autoridades pertinentes, recaban (vía propaganda) el apoyo popular y prometen panaceas que no cuestionan el statu quo. Evitan pues cualquier crítica al discurso mayoritario. Sin embargo, para captar las sectas más allá de esas hablillas aireadas por los media y quienes desde ellos se proclaman especialistas es necesario atender al entorno donde proliferan. El anhelo de un ámbito que ofrezca referentes sólidos y frene la dispersión del sujeto resultado del proceso individualizador occidental aumenta a medida que la volatilidad del contexto social crece. El mercado oferta, tras una hipnótica fachada de bienes y servicios, "estilos de vida" o "comunidades" (de virtualidad variable) ligados a tales artículos por el ubicuo relato publicitario. Las gentes conquistan sus identidades emulando (previo pago) distintos simulacros, sometidas a los vaivenes de la moda. El campo religioso no constituye una excepción. Las organizaciones en competencia que lo pueblan responden de forma similar a cualquier fabricante: ofrecen, según los preceptos propagandísticos, sentidos últimos y colectivos de fieles (de materialidad e inmediatez diversas) que los respaldan. Los modos de vida y sentimientos de afinidad brindados por las distintas firmas, religiosas o no, discrepan empero de la imagen idealizada (certezas sempiternas, lazos indestructibles) que los clientes apetecen. Y su carácter voluntario refuerza la actitud consumista básica. Así, aunque la socialización confiera a los miembros perspectivas comparables, cada cual juzga de acuerdo con intereses muy concretos las prioridades conjuntas, entablándose pugnas generalizadas por definir éstas. En dichas disputas, elementos aparentemente fundamentales como ideologías y prácticas establecidas se revelan accesorios. Esta búsqueda del provecho individual es en los líderes particularmente visible. Las similitudes entre los métodos de dominio intragrupales y los propios de la modernidad tardía ratifican el maridaje de las sectas con el entorno del cual brotan (patente desde sus raíces hasta los laberintos ideológicos que las adornan). Orientado el estudio atendiendo al sustrato donde las sectas medran, y no a los reclamos de quienes con el auxilio de los media intentan beneficiarse de las mismas, observamos que constituyen una envoltura singular (religiosa) del más profundo fenómeno neocomunitario favorecido por la evolución de las sociedades occidentales, auspiciadoras de individuos mutilados, ávidos de prótesis variopintas.