El monasterio de Santa María la Real de Nieva. Arte y reforma dominicana en Castilla en tiempos de Catalina de Lancaster y María de Aragón, (1392-1445)
- LUCIA GOMEZ-CHACON, DIANA
- Javier Martínez de Aguirre Director/a
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 11 de diciembre de 2015
- Maria Moreno Alcalde Presidente/a
- Juan Carlos Ruiz Souza Secretario/a
- Rocío Sánchez Ameijeiras Vocal
- Eduardo Carrero Santamaría Vocal
- Henrik Karge Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La presente tesis doctoral tiene como principal objetivo estudiar el Monasterio de Santa María la Real de Nieva (Segovia) en tiempos de Catalina de Lancaster (1373- 1418) y María de Aragón (1403-1445) y, fundamentalmente, entender las razones que determinaron la realización de un conjunto escultórico realmente singular, en el panorama peninsular de la primera mitad del siglo XV, en cuanto a variedad iconográfica, complejidad de distribución y particularidades en el uso de las formas. La fundación y posterior ampliación del convento se llevó a cabo en un momento en el que la Orden de Predicadores estaba siendo reformada. En Castilla, el movimiento observante habría contado en todo momento con el apoyo de los monarcas, quienes, influidos por sus confesores reales y más allegados consejeros eclesiásticos, habrían perseguido ideales de comportamiento religioso como parte del proceso de consolidación de la monarquía autoritaria. Tanto la mencionada Catalina de Lancaster, como su sucesora, María de Aragón, habrían concebido esta empresa espiritual como un instrumento especular, a través de la cual exaltar su condición de reinas cristianas y virtuosas. A pesar de que, según consta en las actas capitulares generales de la Orden de Predicadores, en 1439 se ordenó al Provincial de España la reforma del convento segoviano, en 1432, la propia María de Aragón había mandado ya a sus frailes que fuesen ¿en observancia¿. Esto nos hace pensar que el espíritu reformador estaba presente en Santa María la Real de Nieva desde hacía años, al menos, desde 1414, año en el que Catalina de Lancaster mandó ampliar el conjunto conventual. El estudio del proceso de edificación ha permitido concluir la existencia de tres fases constructivas perfectamente diferenciadas. El primer templo se habría levantado entre 1392, momento en el que tuvo lugar la invención de la imagen de Nuestra Señora de la Soterraña, y 1395, año en el que se funda la villa independiente de Santa María la Real de Nieva. Cuatro años más tarde, con motivo de la donación del santuario a la Orden de Predicadores por parte de la reina, se habría abovedado la iglesia. En un tercer y último impulso constructivo, fechado entre 1414 y 1445, se habrían ampliado el convento, como respuesta al incremento del culto a la Virgen, así como a la posible presencia de un noviciado observante. Con motivo de esta última campaña, el templo habría quedado divido en ecclesia fratrum y ecclesia laicorum, separación que, probablemente habría sido marcada por un intermedium o tramezzo que no ha llegado hasta nuestros días. A consecuencia de ello, la portada norte, concebida con fines tanto doctrinales como procesionales, habría quedado ubicada en el espacio reservado al coro de los religiosos. Se ha logrado también poner de manifiesto la trascendencia del repertorio escultórico del interior del templo, cuyo mensaje reformista parece evidente. De mayor complejidad resulta ser el programa iconográfico del recinto claustral. Se ha podido fijar un orden de lectura, marcado por un hilo conductor subyacente discontinuo. El recorrido propuesto por las galerías del claustro tendría como principal objetivo la edificación espiritual de los frailes y, muy especialmente, de los novicios, a través del ejercicio del arte de la memoria y de la emulación de un ambiente arquitectónico similar a aquel en el que se formaron sus primeros hermanos. Por último, desde el punto de vista formal, el conjunto escultórico sería resultado de un impulso constructivo continuado, fechado entre 1414 y 1445. Ha sido posible apuntar ciertas semejanzas estilísticas entre este y el trascoro de la catedral de Toledo, los sepulcros de los Pérez de Guzmán en la catedral hispalense, y la iglesia de Santo Domingo de Ribadavia (Orense).