Inteligencia emocionaly burnout en maestros italianos en el primer ciclo de educación. Emotional intelligence and burnout in Italian teachers in the first education cycle

  1. DITTA, ARIANNA
Dirixida por:
  1. María del Carmen Pérez Fuentes Director

Universidade de defensa: Universidad de Almería

Fecha de defensa: 05 de febreiro de 2018

Tribunal:
  1. Miguel Anxo Santos Rego Presidente
  2. María del Mar Molero Jurado Secretario/a
  3. María del Mar Lorenzo Moledo Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 533474 DIALNET

Resumo

El objetivo del presente estudio fue verificar el nivel de estrés laboral y de burnout en una muestra de profesores italianos pertenecientes al primer ciclo de educación, estableciendo a su vez la relación con posibles variables protectoras, como el estilo conductual, la inteligencia emocional y las estrategias de afrontamiento. Diversos estudios realizados en este ámbito, han investigado la relación entre el riesgo para el profesorado de desarrollar síndrome de burnout y los posibles factores de protección. En particular, los factores protectores que parecen asumir una mayor importancia son los sociales (por ejemplo, el tipo de apoyo recibido en los momentos de dificultad), los emocionales (como por ejemplo el tipo de competencias emocionales y relacionales del docente), y los de orden cognitivo (específicamente, las concepciones de los profesores sobre el desarrollo intelectual de los alumnos, y sobre la importancia que reviste el proceso de enseñanza-aprendizaje). Las investigaciones más recientes tienen puesta especial atención sobre los factores emocionales y el estilo conductual y de gestión del estrés adoptado por los profesores. Igualmente, pese a que el síndrome de burnout aún presenta muchos elementos con los que se relaciona y que pueden ser estudiados, lo que sí parece claro, sin embargo, es la incomodidad cada vez más extendida en la enseñanza. De esta forma, tal es la preocupación, que ha sido incluida, por parte de los investigadores de este ámbito, entre las profesiones que deben ser mantenidas bajo observación. A fin de comprender mejor las problemáticas relacionadas con la profesión docente, en la presente investigación se utilizaron cuatro cuestionarios, encaminados a evaluar diversas variables relacionados con el desarrollo del síndrome: el primero, el MBI, (Maslach e Jackson, 1981a), en la versión italiana normalizada de Sirigatti y Stefanile (1992), está destinado a medir el síndrome de Burnout, en relación a tres dimensiones (agotamiento emocional, despersonalización y realización personal); el segundo (Perfil de Asertividad de Gillen, 1992), mide el estilo conductual manifestado por el docente (estilo asertivo, pasivo, agresivo); el tercero (Trait Meta-Mood Scale – TMMS24) de Salovey y Mayer (1995), evalúa la conciencia presentada por el sujeto frente a sus emociones, y la capacidad de regulación de las mismas, proporcionando un índice de percepción de la Inteligencia emocional; mientras que el último (Cuestionario de enfrentamiento del estrés - ECA) de Sandín y Chorot (2003), permite comprender el estilo de afrontamiento adoptado, y el modo de gestión del estrés presentado por el docente. Estos instrumentos, en su interacción, ofrecen una visión de los elementos de riesgo y los factores protectores, capaces de facilitar o combatir la aparición del síndrome de burnout. Este estudio ha permitido delinear un perfil del docente perteneciente al primer ciclo de educación, caracterizado por un nivel medio de agotamiento emocional y despersonalización y baja realización personal. Al mismo tiempo, se constató que el docente investigado utiliza predominantemente una modalidad asertiva en la relación con alumnos y compañeros, es decir, es capaz de tener en cuenta sus necesidades, y las de aquellos con los que se relaciona. La figura del docente que se vislumbra tras el análisis es, además, la de un sujeto que presenta un buen dominio de sus emociones. Por último, es un docente que utiliza estrategias de afrontamiento de los problemas principalmente basadas en normas funcionales de gestión del estrés, capaz de centrarse en el problema para resolverlo, y buscar una lectura positiva en situaciones críticas y problemáticas. En línea con el análisis de investigación sobre el estado de la cuestión y con los resultados expuestos, una de las acciones que la investigación pretende requerir de cara al futuro, es la promoción de grupos de escucha para profesores, además del aprendizaje de técnicas de empoderamiento y de coaching, con el fin de proporcionar instrumentos para gestionar el estrés laboral en las situaciones más problemáticas (Bianchi, 2016). Además, destaca la necesidad de establecer programas de formación para aumentar el bienestar global del docente (emocional, relacional, etc.), así como reducir el riesgo de agotamiento profesional, y las consecuencias en el plano emocional, relacional y del aprendizaje de los alumnos. Al mismo tiempo, parece necesario sensibilizar a los docentes sobre las enfermedades profesionales a las cuales están más expuestos (principalmente, psiquiátricas y oncológicas), sobre las características de la aparición y síntomas más comunes del síndrome, sobre las modos de afrontarlo, y sobre los instrumentos médicos, burocráticos y legales que hay que utilizar. Por otro lado, conviene subrayar que los profesionales sanitarios a menudo ignoran las enfermedades profesionales de los docentes, acabando por readmitir en servicio profesores con pesados diagnósticos psiquiátricos (Lodolo D’Oria, 2017). Por los resultados extraídos del estudio, además de lo expuesto en la literatura sobre el tema, se observa, en efecto, la importancia de apoyar a los docentes desde el comienzo de su carrera profesional hasta el final, ya que, de acuerdo a los resultados de este estudio, son los profesores más jóvenes, y con menos años de servicio, los que muestran un mayor nivel de despersonalización, es decir de distanciamiento emocional y relacional de los propios alumnos, a menudo por la falta de un adecuado apoyo en los momentos de dificultades, y por el desfase entre expectativas y realidades. En este sentido, lo que el estudio ha permitido evidenciar, es que a menudo lo que falta en el trabajo docente es la posibilidad de encontrar apoyo en una red (de expertos, de colegas, etc.), que contribuya a proporcionar un soporte siempre disponible en los momentos de inevitable dificultad vividos en la escuela. Esto se encuentra en la misma línea que lo mostrado en diversos estudios nacionales e internacionales (Di Giovanni e Greco, 2015; Gabola e Albanese, 2015), respecto a la posibilidad de garantizar el bienestar a largo plazo de los profesores. En conclusión, en base a los resultados extraídos de este estudio, es posible indicar que los docentes que muestran un estilo conductual asertivo y un nivel adecuado de competencia emocional, manifiestan una mejor adhesión al propio papel profesional y a las competencias que exige, logrando gestionar, de forma adecuada, las inevitables situaciones estresantes que el mundo de la escuela implica. En particular, los datos evidencian que los docentes que presentan un estilo centrado en el asertividad, muestran niveles más altos de inteligencia emocional. Al mismo tiempo, utilizar este estilo en la propia práctica profesional implica la tendencia a utilizar estrategias de gestión del estrés positivas, mientras que el uso de un estilo pasivo se relaciona con una mayor vulnerabilidad a las emociones y al uso de estilos de afrontamiento negativos. Por otro lado, los profesores que adoptan un estilo agresivo parecen más capaces de comprender y regular las emociones, además de utilizar estilos de afrontamiento predominantemente positivos. También se desprende de los resultados de este estudio que el docente con menos riesgo de desarrollar síndrome de burnout, es precisamente aquel que posee una adecuada competencia emocional y muestra, principalmente, un estilo conductual asertivo. Mientras que los profesores que presenta altos niveles de agotamiento emocional y despersonalización, también son menos capaces de controlar sus emociones, adoptando con mucha probabilidad estilos conductuales centrados en la pasividad, y estrategias de afrontamiento disfuncionales. Al contrario, los profesores más realizados son más capaces de comprender y regular las emociones, y de utilizar estilos centrados en la asertividad y la agresividad, además de estrategias de afrontamiento positivas y eficaces. El estudio ha evidenciado, por último, que una gestión eficaz del estrés y la presencia de estilos de afrontamiento positivos, permiten al docente experimentar un elevado bienestar global, en las diferentes dimensiones de su vida, protegiéndole del burnout. Esto parece, sin embargo, factible mediante un minucioso trabajo de prevención y promoción del bienestar de los profesores, poniendo a punto programas formativos que tengan en cuenta las distintas competencias que se les piden. Parece, pues, prioritario el apoyo ofrecido por una red constituida por los recursos del contexto laboral, así como el confinamiento y la canalización de las emociones emergentes en las situaciones complejas, el desarrollo de estilos más activos y asertivos en los profesores, y, por último, la promoción de un entorno de trabajo satisfactorio, que pueda lidiar con el desfase entre la realidad y las expectativas.